Cuando los egos ciegan

Hace unos días, la notable Priista Dulce María Sauri decía que el PRI era como un millonario de años que le había tocado vivir una bancarrota: no puede deshacerse de sus costumbres y posesiones e incluso, juega a la lotería pensando que podrá recuperar su posición de antaño.

En Dulce María existe profunda humildad para reconocer que el partido está mal y que, de continuar bajo el mismo liderazgo que lo ha encaminado a perder casi todo, se vislumbra imposible que puedan salir del hoyo en el que están, y por tanto, a aspirar a una alternancia en 2024.

En cambio, si usted ve a “Alito” (Alejandro Moreno), actual dirigente del PRI quien en efecto está siendo exhibido en una campaña emprendida por el gobierno federal, (a pesar de aceptar implícitamente que es la voz que sale en los audios que publica la gobernadora de Campeche en su programa de los martes “El Jaguar”, pues ha dicho que lo grabaron ilegalmente), está aferrado a su posición de poder y pretende defenderla a capa y espada. Es vergonzoso porque aunque ha salido al contraataque con otro audio que él grabó de su compadre el güero Velasco, ex mandatario de Chiapas, donde le advierte que de no votar en el sentido que buscaba la 4T en la reforma eléctrica, Obrador se iría con todo contra él, el meollo del asunto es que Alito, sí es el de los audios donde acepta que tiene un avión, varias propiedades (cosa que no tendría por qué ser objeto de reclamo si es que fueran legalmente suyos, lo que aparenta no ser así) y donde advierte que a la prensa debe “matársele de hambre” (declaraciones muy desatinadas en un país donde esa profesión te vuelve en automático un objetivo del crimen organizado).

Pero fuera de estos repulsivos audios que muestran a un líder autoritario y petulante como Alito, los resultados que ha tenido en las últimas elecciones demuestran que no es el mejor líder que el partido haya podido tener. ¡Lo ha perdido casi todo!

Y del lado del partido opositor mejor posicionado, el PAN, como dijéramos los mexicanos no cantan malas rancheras.

Ninguno es humilde y ninguno pone por delante los intereses de su militancia e incluso de una sociedad civil que busca en ellos una opción para el 2024.

Marko Cortés, quien llegó al partido hace unos años y quien tiene una alianza por debajo del agua con Ricardo Anaya (que todos ya conocen, por lo que eso de ser “bajo el agua” sólo ellos se lo creen), tampoco ha tenido los mejores resultados. Pero la cosa no para ahí, el partido no ha resuelto el principal motivo de discordia en su interior entre el grupito de Marko y los demás panistas de cepa: volver al modelo democrático de selección de candidatos. Marko sigue empecinado en seleccionar directamente a los candidatos (al dedazo) cuando lo que legitimaba al partido frente a sus opositores era precisamente tener procesos internos democráticos.

Ello es el factor determinante de la división interna que impacta al público votante y que afecta enormemente en los resultados en las elecciones.

Pero ninguno de los dos malos líderes de los partidos que tendrían que ser el contrapeso de la vorágine que es Morena, quiere ceder a su posición de poder. Ninguno es humilde y ninguno pone por delante los intereses de su militancia e incluso de una sociedad civil que busca en ellos una opción para el 2024.

Si ambos comités ejecutivos no son renovados, olvídese de una posible alternancia. Ya nos demostraron en 2 ocasiones que como líderes, no tienen la fortaleza que requieren esas organizaciones en los momentos electorales.

Pero el que se puedan dar otros 6 años más de Morena y su cloaca de delincuentes no depende únicamente de estas dos instituciones políticas.

Déjeme le comento que como sociedad civil estamos bastante mal también.

Primero por nuestro pesimismo de acudir a las urnas cuando más nos necesita nuestra comunidad y en segundo lugar, por habernos envuelto en la trampa que tanto se empeñó en idear el loco del Palacio Nacional: el de dividir a México en 2.

Del primer tema que le expongo hemos hablado basto, increíble que estemos quejándonos todo el día de lo que pasa a nuestro alrededor y al momento de poder hacer un cambio, nos afecten las “fake news” con encuestas tendenciosas o con desestabilizadores sociales (amedrentadores del gobierno federal que amenazaban con quitar los apoyos sociales del gobierno que reciben mes a mes). Es también increíble que todos seamos “influencers” en redes sociales, dando nuestra opinión y ganando seguidores o haciendo marchas tumultuosas, pero que no logremos convencer a los jóvenes a ir a votar, o que cuando discutamos con alguien indeciso en votar, sea más la violencia que el sentido conciliador el que estén presentes en nuestro discurso y que por ello, no logremos convencer a un potencial votante. Y lo más frustrante de todo ello, que muchos de nosotros NO acudamos a votar (que porque estábamos de viaje, que porque no se podía hacer mucho con las ventajas del adversario, que porque no vale la pena, que porque tenemos miedo, etc.)

La apatía es la mejor aliada de la 4T y nosotros la estamos fomentando enormemente.

Hemos asumido que mientras más apodos le pongamos al que difiere en nuestras ideas, esa persona se dará por vencida y entonces se pasará a nuestro bando.

Cuando se requiere la participación ciudadana, son pocos los que dedican su tiempo en asistir a mítines, a colaborar en la construcción de ideas, en acudir a zonas alejadas de las grandes ciudades para entender qué es lo que hace falta ahí, o como militantes de un partido. Y es de esa manera en la que podemos ejercer presión a los grandes partidos para que pulan sus estatutos y los actualicen a la nueva retórica del país.

Pero también hemos caído en la trampa mayor que le platiqué hace unos párrafos, somos partícipes de que haya dos Méxicos.

Nuestra tolerancia parece no existir. Creemos que la difusión de ideas debe hacerse como antes enseñaban en las escuelas, a reglazos. Hemos asumido que mientras más apodos le pongamos al que difiere en nuestras ideas, esa persona se dará por vencida y entonces se pasará a nuestro bando.

Creemos que denostando al contrincante, ganaremos adeptos en la oposición. Y aunque esto es ilógico a todas vistas, desafortunadamente lo aplicamos a diario. ¿Cómo vamos a convencer a alguien, si de entrada le estamos diciendo chairo, hambreado, etc.? Como comentaba en mis redes sociales hace algunos días, aunque la idea que tratemos de difundir venga acompañada con bases y con hechos, si la damos a conocer insultando al prójimo, llegamos vencidos desde el inicio.

Nadie, y que se entienda claramente, nadie es ferviente de ser insultado. ¿En qué cabeza cabe pensar que mientras más apodos, el otro vendrá feliz a nuestro bando?

Nuestro discurso debe cambiar si es que aspiramos a un cambio en 2024. Aunque pensemos que no aportamos a que esto suceda, nuestra palabra ahora es replicada por miles (en las redes sociales) por lo que cualquier idea que planteemos tiene un público mucho mayor al que pensamos en un inicio.

Sí, los partidos tienen un deber indiscutible en reformular a sus dirigencias y sus estatutos a una versión más ciudadanizada, pero también la ciudadanía debe entender que somos parte de la ardua tarea de convencer a los contrincantes que lo que el gobierno implementa actualmente, es en deterioro de toda nuestra sociedad.

Si no nos ponemos las pilas ya, la tan soñada alternancia no llegará.

10 Junio de 2022 | Por: Mario Sotomayor | para accioncivilmexicana.org

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