2024: grandes posibilidades para un gobierno de coalición

Quisiera analizar con usted los resultados electorales que ha obtenido López Obrador desde su triunfo en las elecciones del 2018, con el objetivo de plantearle a usted la gran oportunidad que existe en estas próximas elecciones presidenciales del 2024  de que una coalición de distintas fuerzas pueda gobernar nuestro país. El llamado es a la ciudadanía, quien desde hace un par de meses,  pero sobre todo, las últimas semanas, exigieron que esa gran fuerza opositora se consolidara en la Cámara de Diputados en un domingo muy «ad hoc» a la celebración religiosa de esa fecha, pues finalmente resucitaron del knock out en el que se encontraban desde julio del 18.

Creo verdaderamente en esta marea de consciencias que ha despertado en las redes sociales y en las mismas calles, pues tienen TODO para exigir que esa oposición Constitucionalista conforme un gobierno de coalición y presenten un equipo mixto de trabajo para ocupar el poder Ejecutivo. Sin dudas, esta generación que despertó desde la frustración y amor a su país, será estudiada profundamente en las escuelas de la teoría democrática pues ha logrado triunfos muy importantes, desde lo que se veía como una gran apatía.

Empecemos pues analizando el triunfo del actual presidente.

México se encontraba en una polarización, que si la observamos desde la actualidad, pareciera ser no tan notoria como en la que nos encontramos. Se encontraba desesperanzada de sus gobiernos, pues habían ya pasado administraciones de lo que estaba definido como centro-izquierda y de la derecha, que si bien tuvieron enormes avances sociales, continuaba una profunda desigualdad pero sobre todo, seguían cometiendo actos de corrupción.

Más que creer en las burdas propuestas del líder de lo que se definía en ese entonces como la verdadera izquierda, México castigó a sus anteriores gobernantes con una abstención y difuminación del voto que le dio el triunfo al populista que sí logró convencer a un sector incrédulo y que no comprendió su corrupta trayectoria (sobre todo en el Distrito Federal, que estuvo plagado de irregularidades y que hoy en día, siguen encubiertas por su más fiel moza, Claudia Sheinbaum)

Del padrón electoral de aquel entonces (89,251,016), México sólo le entregó a Andrés Manuel 30,113,483, es decir sólo el 33.74% de la población que podía votar, lo hizo por la opción que él representaba.

En cambio, si usted sopesa el valor de la abstención de aquel entonces, el 36.57% de la población no acudió a votar, y el 27.85% votó por otras opciones. Quiere decir, que el 64.42% de la población estaba en contra de Obrador. 

Si usted dimensiona estas cifras, la retórica es muy diferente al cuento que nos quieren hacer ver en Morena; es obvio que los que triunfan escriben la historia agrandando ese triunfo, pero en este caso la perspectiva que le presento es muy clara. Una tercera parte de la sociedad mexicana decidió el futuro de los próximos 6 años en las urnas. Las otras 2 terceras partes no pudieron ponerse de acuerdo o decidieron castigar a las anteriores administraciones con su abstención.

Como López Obrador no sabe gobernar, sino lo único que sabe hacer y es de reconocerle, es la politiquería, desde el principio de su mandato nos tuvo que distraer de los rotundos fracasos económicos por los que llevó a México. De venir con un crecimiento sostenido de 2.5%, en un año sin crisis y a palabras de él mismo, con un país en orden, México se contrajo 0.8%. Es por ello, que tuvo que echar mano de la estrategia populista para enjuiciar a los ex presidentes. Una tarea que no tendría en absoluto por qué consultarse a la población, sino simplemente realizar las denuncias correspondientes, fue utilizada como cortina de humo para encubrir ese fracaso económico y el tremendo tropiezo que tuvo al desaparecer el Seguro Popular.

En 2021, Obrador convocó al pueblo de México a acudir a las urnas para votar por el sí al juicio a Salinas, Zedillo, Fox, Calderón y Peña, resultando en un tremendo fracaso pues dicha consulta sólo tuvo una participación del 8% del padrón electoral. Y todavía de ese 8% de la población, hubo un 10% que indicó que no.

En la más reciente estafa populista, la de la revocación de mandato, Obrador y todo el aparato del Estado movieron miles de millones de pesos con tal de que se acrecentara el brazo de Morena para las siguientes elecciones. Se violó flagrantemente la ley, dilapidaron recursos y además, el Instituto Nacional Electoral tuvo que gastar más de mil ochocientos millones de pesos para organizar esta jornada la cual para que fuese válida, tendría que recibir una participación de por lo menos el 40% del padrón electoral de este año, que de acuerdo al INE es de 92,823,216 mexicanos en posibilidad de votar.

El triste y vergonzoso resultado fue para Obrador haber obtenido un respaldo de apenas el 16.33% de la población total que podía votar. Si lo comparamos con los resultados de la elección del 2018, Obrador perdió más de la mitad de sus seguidores y la cifra que repudió seguirle la corriente fue de 77,665,185 mexicanos.

Lo anterior, más el activo seguimiento de la sociedad civil a sus legisladores (desde exigirles que se presentaran a votar el domingo pasado, así como el votar en contra de la que sería la peor reforma económica de la historia y exhibir a aquellos que se vendieron en favor del gobierno con tal de recibir alguna embajada) resultaron en el freno más importante de la historia moderna de México. Por primera vez, el Congreso de la Unión desechó una propuesta de reforma Constitucional proveniente del poder Ejecutivo. Nadie lo había hecho. De ahí la trascendencia de la derrota y la necesidad de que la oposición más la sociedad civil le den la proporción que merece.

El bloque PAN, PRI, PRD y MC demostraron que juntos pueden ganar una próxima elección y que además, la ciudadanía en su mayoría está precisamente buscando esa pluralidad de ideas en el gobierno que se llegue a conformar.

Quien no haya entendido el mensaje, no merece participar en la próxima contienda. Quien divida, fragmente o trate de pulverizar esa coalición, es muy probable que obtenga un resultado categóricamente negativo, pues la sociedad habló y muy claro, desde las redes sociales, desde las calles el 3 de abril y activamente absteniéndose en la jornada de la Revocación de mandato. La sociedad civil ahora manda, está muy activa y los partidos ya no pueden hacer como que no la escuchan. Por ello la necesidad de que en estos próximos meses, acuerden un mecanismo democrático y plural para que en 2024 se presenten como la gran fuerza de coalición que el país demanda. La exigencia es clara, no más dedazos, queremos un candidato elegido en democracia en elecciones primarias, los queremos juntos y que desde todos los marcos ideológicos (derecha, centro e izquierda) elaboren un programa de nación que finalmente nos permita eliminar la terrible desigualdad social, que ejerza la justicia de manera pronta y expedita para eliminar la vergonzosa cifra de más del 96% de impunidad; que por su diversidad de ideologías esté siempre alerta a que no ocurran actos de corrupción al interior del gobierno. En fin, un gobierno que México merece desde hace muchos años.

No hay mejor oportunidad que esta, sino la aprovechan de verdad nos demostrarán que es más su ambición que el amor a México.

21 Abril 2022 | Por: Mario Sotomayor | para accioncivilmexicana.org & República Alterna