Acapulco: Radiografía del México de hoy

Lo ocurrido en Acapulco a partir del devastador impacto del Huracán Otis el 24 de Octubre quedará marcado para siempre en mi mente y alma como uno de los momentos más duros, tristes y sorprendentes de mi vida. Yo estaba ahí ese día, logré salvar la vida por un pelo y luego regresé para apoyar en lo que pudiera.

Trabajar en el turismo es una de las más grandes satisfacciones de mi vida, y Acapulco siempre ha sido mi segundo hogar, por eso acostumbro estar al pendiente a los tormentas y huracanes, que son recurrentes en la zona. Por la mañana del Lunes 23, un amigo me envió una “Alerta de Tormenta Tropical”, que podría impactar como Huracán el Miércoles por la mañana. Ese tipo de alertas son comunes, sin embargo, noté que la trayectoria no lo era. Venía directo a nosotros. Como me acompañaba mi padre, decidí no exponerlo y reservé mi vuelo para el martes por la tarde. «Con tiempo de sobra», pensé yo, pero el martes, por la mañana, el mar se puso raro. Noté que parecía río y no océano. Se movía de sur a norte como un caudal. “Mar de tormenta”, le llaman allá. Además, el agua se veía de un tono oscuro, casi gris. El cielo estaba despejado y había sol, nada parecía alertarnos que ocurriría el peor desastre natural de las últimas décadas ni que sería también el huracán más poderoso jamás registrado en la historia. Solo el mar.

Cabe señalar que ya me han tocado varios Huracanes estando en Acapulco, pero algo, que no se explicar aún, me hizo tomar la decisión de adelantarme a mi vuelo. – ¿Sabes qué? ¡Vámonos! – Le dije a mi padre, y salimos casi huyendo. El camino es largo, porque nos encontrábamos en Pie de la cuesta. En el camino, llamé a mi gente en CDMX para preguntar si mi vuelo seguía activo y les parecía todo normal en sistema, pero ante mi insistencia, decidieron mejor llamar a la aerolínea. A las 4:00 me confirmaron que estaba cancelado, pero que había uno de Aeroméxico que salía a las 9pm y se veía “activo”. Un mal presentimiento se apoderó de mi y aceleré. Llegué con más de 3 horas de anticipación a mi vuelo, entregué el auto rentado y fui a la terminal. Ahí comenzó a ponerse todo raro, como una extraña pesadilla.

Todos estaban tranquilos, como si nada. Pregunté a la señorita del mostrador, y muy calmada me dijo que efectivamente, estaban cancelados ese y todos los vuelos, pero no por la aerolínea, el aeropuerto había cerrado las operaciones. Justo en esos momentos, observé la actualización de la previsión del huracán y ahora marcaba como categoría 4 y que llegaría a tierra antes, pasada la media noche. «¡No puede ser!» me dije y alerté a mi amigo, quien me envió un enlace de la posición del Huracán en vivo. ¡Era un monstruo! Me alarmé. Sin embargo nadie parecía saber sobre ello, solo observaba a la gente disgustarse por las cancelaciones. Incluso, al lado mío un señor y una señora comenzaron a sugerir en tono arrogante: – “¡Vamos todos a quejarnos! Nos van a tener que dar otro vuelo, además de hospedaje gratis con alimentos y traslado”.

Mi padre, sin sentir peligro alguno, sugirió que nos regresáramos a Coyuca para guarecernos y saliéramos en un vuelo al otro día. ¡No! ¡Vámonos! Y tras pagar un taxi salimos rápido del Aeropuerto. Casi no había taxis porque había una convención minera, tuvimos suerte de tomar uno de los últimos, porque más tarde me enteraría que, cuando la gente del Aeropuerto quiso salir, ya no hubo transporte y tuvieron que caminar kilómetros para luego tomar colectivos. Mientras salía, vi que todo en el Aeropuerto se manejaba con absoluta normalidad, la gente estaba como si nada, y de camino a la terminal todo lucía bien y con movimiento, incluso más de lo cotidiano para un día entre semana. La plaza la Isla estaba llena de autos, los restaurantes con gente, tráfico en la avenida… todo normal. Por alguna razón, yo pensaba que todos querrían salir corriendo y tenía angustia de no encontrar boleto de autobús, por lo que pedí a mi equipo que me reservaran el que saliera más pronto.


Me informaron que en terminal Diamante había uno que salía a las 8pm y había 9 lugares disponibles. Estaba casi enfrente, así que le pedí detenerse y me bajé del taxi volando (mi padre detrás mío), llegué al mostrador y le pregunté a la señorita si iban a salir autobuses hoy y me miró como si estuviera loco. –  Sí, claro. Hay uno a las 8pm y otro a las 11pm , ¿por qué no habría? – Preguntó.  -¡Por el Huracán!- le dije en el colmo de la impaciencia, pero ella solo se rió, tal vez pensando que era un turista que se espanta con facilidad de lo que para ellos es cotidiano. Sin embargo, al verla a ella ya sus compañeros tan tranquilos me sentí un poco mal, <<tal vez sí estoy exagerando>> pensé. Le pedí dos lugares para las 8pm y nos fuimos a sentar. La terminal estaba vacía y no parecía haber la más mínima alarma o preocupación. Durante las casi dos horas que tardó en salir el camión dudé si tendríamos tiempo de salir porque, de pronto, comenzó a llover. Eran como las 7pm, y la lluvia era intensa, pero común, sin viento. Finalmente llegó nuestro camión con gente de México que bajaron muy contentos en el aguacero y luego subimos nosotros, pero para mis nervios, tardó en salir, luego, cuando finalmente dejó la terminal se detuvo como 20min por el tráfico que había. Eran las 8:30 y seguíamos en Boulevard de las Naciones. Pensé: -Ya valió, ya no salimos-. Pero lo hicimos. Desde antes, ya venía monitoreando la posición del Huracán en vivo, comparándolo con nuestra ubicación en Google Maps, era obvio que no llegaría de madrugada, impactaría esa misma noche y ya se advertía en el Servicio Meteorológico (SMN) que sería categoría 5 potencialmente catastrófico. El autobús siguió avanzando y descansé cuando vi que el “puntito azul” de nuestra posición se alejaba cada vez más del puerto y del Huracán. A las 12am ya estábamos por llegar a Cuernavaca cuando escuchamos que una de las pasajeras hablaba por teléfono y comenzaba decir alarmada: “¿En serio? ¿Vidrios rotos? ¿Se cayó qué? Había conmoción. Yo me apresuré a llamar a mis conocidos, pero ya no había señal. No hubo respuesta. No tuve comunicación con ninguno de mis amigos de allá hasta 5 días después… Tuvieron que caminar decenas de kilómetros hasta otro poblado para poder llamarme. Afortunadamente todos estaban bien, pero me informaron que el departamento que ocupamos durante una semana había quedado totalmente destruido, sin ventanas, ni vidrios, ni muebles, ni nada… «Quedo limpio Señor, como en obra gris». Todo se lo llevó el huracán. Pudimos haber muerto.

Todo esto, solo es la anécdota personal, no es la pesadilla social que he presenciado, escuchado y padecido desde ese día, y por lo que pienso Acapulco no solo es un retrato fidedigno de lo que es el pueblo de México, su sociedad y su gobierno, es más que eso, es una escalofriante radiografía que nos encuera como nación y un motivo de vergüenza que nos debería horrorizar a todos. El huracán humano de Acapulco fue aún más destructivo que Otis y no solo dice mucho de nosotros, sino que enciende las alarmas sobre lo que podemos llegar a ser. Vivimos, sin duda, un tiempo de decadencia política como nunca se había visto, pero ahora resulta evidente que, la causa más lógica, es por la debacle de nuestra propia sociedad.

Como algunos creerán que exagero, comienzo ahora a relatar lo que he vivido en persona, visto y escuchado a través de los testimonios de mis conocidos, amigos y decenas de trabajadores de Acapulco del sector turístico que viven allá:

LOS SAQUEOS:

  • Lo primero en caer, fueron los postes y las torres de alta tensión, por lo que Acapulco se quedó sin luz desde los primeros minutos del 25 de Octubre y durante los siguientes 30 días se fue restaurando poco a poco.
  • Me cuentan que la tormenta aún no terminaba cuando ya comenzaban a saquear los pequeños comercios de los alrededores.
  • Fueron miles (tal vez decenas de miles) los que salieron a robar al unísono en diferentes zonas de Acapulco y poblados aledaños. En principio, no hubo mayor motivación ni coordinación entre la población que el deseo instintivo de cada uno de ellos de robar, y lo hicieron como animales, como marabunta, mujeres y hombres de todas las edades y de diversos estratos sociales aprovecharon la oportunidad para tomar todo lo que podían, aunque no lo necesitaran, ya que no buscaron solo comida o agua, sino pantallas, bocinas, ropa, computadoras, motocicletas… lo que fuera.
  • A la gente (cierto tipo de gente) se les activó un instinto primitivo que los llevó a perder todo sentido de orden, recato, vergüenza, temor o civilidad y salieron a robar no solo porque vieron los cristales rotos de algunos comercios o porque tuvieran mucha necesidad, la realidad es que hasta se metieron por la fuerza a comercios que no habían sufrido daños.
  • La población de Acapulco y sus alrededores es de alrededor de 1 millón de personas y probablemente participaron en la rapiña entre 10mil o tal vez 15 mil. Es decir, el 1.5% de la población, pero ese 1.5 no le importó dejar sin alimentos al resto de las 985,000 personas.
  • Al principio, la rapiña fue orgánica, pero conforme avanzaba el día “la maña”, como se le dice acá al crimen organizado (narcos), comenzaron a organizar los robos. Sin autoridad alguna que limitara a la población, cada vez más gente se sentía con la seguridad de ir a robar a lugares cada vez más lejanos o exclusivos, como dentro de las plazas y las tiendas departamentales grandes: Walmart, Soriana, Chedrahui, Sams, Farmacias, tiendas de ropa en la costera etc.
  • Durante los siguientes 3 días. Se robaron hasta las pesas y los monitores de las cajas de cobro de los supermercados, los hornos para rostizar pollo, refrigeradores enormes, e instalaciones eléctricas y de aire acondicionado, herramientas y materiales de construcción y cualquier otra cosa que estuviera dentro de los almacenes sin importar su utilidad, tamaño y complejidad de desinstalación. Todo ante la ausencia total del Estado. Policías y personal del ejército estaban ahí, pero no hacían nada porque eran las “ órdenes”.
  • En los saqueos, no solo participó la población civil, también se pudo observar a policías y hasta funcionarios de gobierno aprovechando el tumulto para robar las tiendas. Tal fue el caso de Ángel Vargas, un secretario particular de la alcaldesa Abelina López.
  • Los locatarios y comerciantes de pequeños negocios, es decir, la gente buena que trabaja para vivir honestamente, al ver lo que ocurría tuvieron que hacer barricadas en calles y velar sus negocios entre ellos. “Era como estar en guerra”, me decían. Por las noches escuchaban los gritos y los balazos por diferentes partes de la ciudad que permanecía en absoluta oscuridad.
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  • Con los días, “la gente” (ya más posiblemente la maña), a falta de autoridad comenzó a robarse hasta los cables de luz tirados en la calle y los transformadores y comenzaron a escucharte reportes de robo a casa habitación. La situación era crítica y continuó así durante los primeros 7 días.

LA DESTRUCCIÓN:

  • El huracán Otis destruyó aproximadamente… todo Acapulco. Parece exagerado, pero quienes hemos estado ahí sabemos que las imágenes no alcanzan a dimensionar la devastación que provocó. Por ejemplo, se calcula que el 95% de los edificios de Punta Diamante (hoteles y residenciales), sufrieron daños desde parciales hasta totales. Lo mismo con las embarcaciones en la marina. Básicamente solo una o dos de cada 100 lograron salir ilesas. El 98% de las embarcaciones fueron hundidas o destruidas. En Acapulco tradicional la situación no era mejor.
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  • Los alrededores de Acapulco, zonas apartadas de poblados rurales en la sierra fueron incomunicados y los caminos destruidos por deslaves. Los árboles y palmeras se cayeron de a uno sí uno no, uno sí uno no… creando un ambiente desolador de deforestación sin precedentes.
  • Toda, casi toda la infraestructura de luz se vino abajo. Era ridículo circular y ver que todos los postes estaban caídos excepto uno por ahí que se alzaba como para que viéramos cómo eran antes. Lo mismo las bardas perimetrales de los terrenos y casas.
  • Lo más común era ver todas las casas y edificios sin vidrios, pero algunos de plano hasta sin paredes. Todo estaba en la calle, sillones, camas, colchones, aparatos eléctricos, ropa, pedazos de panel, Tablaroca, láminas, ladrillos etc. Los autos todos tenían vidrios rotos, cofres y toldos aplastados o algún tipo de daño.
  • La primera semana fue un caos. La costera y las calles principales eran intransitables, fue la población la que se organizó para alzar los cables, ramas, escombro, señales de tránsito, semáforos, postes de luz, y la tierra para poder circular, pero durante los primeros días, la gente tuvo que caminar 12, 15 o más kilómetros para poder llegar a ver a sus familiares.
  • La zona turística quedó prácticamente destruida. Hoteles, comercios, restaurantes, todo fue devastado o saqueado y permaneció así por casi un mes.
  • El parque papagayo fue devastado, prácticamente no quedó un solo árbol en pie o con follaje, la destrucción fue tal, que desde la costera se podía ver la Av. Cuauhtémoc y viceversa, por vez primera en la historia.
  • La basura de escombros y desechos humanos duraron 6 semanas impidiendo el paso libre por muchas calles de Acapulco y aún ahora, casi dos meses después, algunas zonas permanecen con cerros de basura. Todo esto ha ocasionado un aumento en las enfermedades, incluyendo el temido dengue.

EL DESGOBIERNO Y LA CORRUPCIÓN

  • El huracán Otis fue un evento atípico que pasó de tormenta tropical a Huracán Categoria 5 en menos de 24 horas, sin embargo, 30 horas antes ya se tenía el conocimiento de la trayectoria y que impactaría directamente Acapulco, por lo que hubo al menos un margen de +12 horas para informar de su potencial gravedad, sobre todo al notar que incrementaba su velocidad dramáticamente.
  •  El gobierno, en voz de propio AMLO, decidió, en un criminal acto de negligencia inimaginable, mejor no informar nada. Es decir, en presidencia, sí supieron que habría un huracán potencialmente peligroso, y no lo avisaron ni hicieron preparativos para atender el desastre.
  • Al día siguiente, en otro teatral acto de auto-humillación y manipulación mediática, el Jefe del ejecutivo decidió irse por carretera a Acapulco a pesar de que todos sabían que era imposible llegar por tierra.  Obviamente quedó atascado, y con ello, se logró una de las fotos del sexenio, pues retrató gráficamente la incapacidad y estulticia de todos los ahí presentes.
  • Por su parte, la impresentable alcaldesa de Acapulco, salió a balbucear alguna incoherencia como siempre, y al notar el rechazo y el coraje de la gente, realizó, en días posteriores, un patético montaje de video para fingir que ella sí había alertado a la población un día antes. ¡Mentira! Al día siguiente fue su cumpleaños y festejó como si nada. Obviamente no en Acapulco.
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  • La supuesta Gobernadora, Evelyn Salgado dicen que estaba en la convención minera, pero que sin decir nada, se salió y se la llevaron presumiblemente a la ciudad de México por a tarde. La señora estuvo y ha estado ausente de Acapulco.
  • Pero de premio al padre de la Gobernadora, el aún más impresentable Salgado Macedonio, AMLO le cedió el control de los recursos para los damnificados y la reconstrucción.
  • Cabe señalar, que AMLO eliminó el FONDEN, por lo que no había como enfrentar económicamente la crisis de Acapulco, pero en este caso, vieron la oportunidad de seguir sangrando a la nación y condicionar votos, por lo que fraguaron un plan para poder sacar miles de millones de pesos sin que se pudiera conocer su destino. De este modo, iniciaron un censo donde cualquier persona, acapulqueño o no, damnificado o no, necesitado o no, podía registrarse para recibir apoyos para limpieza y reconstrucción de vivienda.
  • A principios de diciembre comenzaron a dar dinero en efectivo (en billetes de a mil) a cualquiera que se hubiera censado, fuera dueño o no de la propiedad donde vivía.  Lo que ocasionó, por ejemplo, que los 3 trabajadores de una conocida, se censaran como damnificados y cada uno de ellos recibió su dinero sin siquiera ser dueños de la propiedad ni estar realmente necesitados. También les dieron enseres domésticos y les darán entre 17mil y 30 mil en efectivo para la reconstrucción… de la casa de la verdadera dueña, que no recibió nada porque no estaba para censarse.
  • También debemos recordar que el Gobierno impidió en primera instancia a la sociedad civil organizada que fueran a entregar víveres a la población necesitada, lo que incrementó el caos. Sin embargo, posteriormente ocurrió algo tristísimo. Yo mismo participé en la colecta y envío de víveres en los primeros días de Noviembre. Al llegar, ocurrió que hubo conflicto entre algunos trabajadores de un hotel porque exigían despensas a pesar de que ¡ellos no eran damnificados! Tenían sueldo, habitación y comida… y ¡algunos ni de Acapulco eran! aún así, exigieron sus despensas. Por esa razón, para la segunda vez que fui a llevar acopio, las llevé a las zonas rurales de la montaña. En ese lugar, pude comprobar con horror que no se había parado el gobierno para ofrecerles «ni un agua» (SIC).  Las zonas apartadas, las más pobres comenzaron a ser apoyadas únicamente por algunos miembros de la sociedad civil (incluyendo influencers) que tenían el coraje de arriesgarse a ir hasta donde ningún gobierno había ido.
  • Durante las primeras 2 semanas, no se supo del gobierno para nada. Acapulco estaba totalmente abandonado y AMLO dio la orden de impedir el paso de organizaciones de la sociedad civil para que, según él, no lucraran con la tragedia. Esto dio paso a algunas de las anécdotas más penosas que involucraban al Ejército impidiendo el paso a los ciudadanos que querían ayudar. La orden era que todo se entregara a través del ejército.
  • Hubo un caso donde a un joven lo mataron por llevar un tinaco a su familia, policías lo confundieron con un Huachicolero.
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  • Obviamente a ONGs internacionales no les pareció, incluyendo a la American Society Of Mexico de los EUA, que dijo estar listo para ayudar con recursos e insumos, pero que no podían hacerlo ya que ellos nunca tratan directamente con gobiernos pues saben que lo usan con fines electorales.
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  • La presión social fue mucha y tuvieron que recular en su estupidez, porque además se dieron cuenta de que, ante la magnitud de la tragedia, era imposible de manejarse por el gobierno por sí solo.
  • En cambio, a la tercera semana, organizaciones internacionales como World Central Kitchen acudieron a dar ¡comida caliente! a los damnificados (incluso me tocó una cuando estaba por Coyuca y estaba buena). Ellos comentaron que, para traerla, la preparaban en Chilpancingo, la trasladaban en Helicóptero y luego en camionetas, o sea como si fueran gobierno.
  • Lo que pasó luego, evidenció lo peor de este gobierno miserable. Los demás Estados de la república comenzaron a enviar donaciones a Acapulco, pues nos tocó ver, directamente, que la Gobernadora de Guerrero las repartía diciendo que eran enviadas por el Gobierno que ella representaba a pesar de que la caja decía que venían de otro Estado.
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  • Otro caso de miseria se dio cuando, la Marina y la SEDENA comenzaron a rellenar despensas en cajas del gobierno… con los víveres que mandaba la sociedad civil.
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  • Además de que hubo evidencia de que funcionarios públicos y policías de la Guardia Nacional participaron de los saqueos a comercios, también quedó registrado que hasta la policía ministerial de Acapulco llegó a robarse la gasolina de una estación, donde, con lujo de violencia, dispersaron al pueblo que por horas había hecho largas filas para comprar, dejándolos sin combustible.
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  • Tuve conocimiento también que, Presidencia, no fue quien ordenó a la CFE acudir a restaurar el servicio eléctrico, fue un tema interno de la Comisión que involucró a los gobernadores de varios Estados, quienes enviaron a sus cuadrillas desde todo el país para hacerlo. Eso me lo dijo uno de los supervisores que reparaba las líneas.

  LA TRAGEDIA HUMANA:

  • El Huracán OTIS ocasión no solo daños devastadores en la infraestructura de Acapulco, además dejó cientos de muertos, aunque el Gobierno durante semanas no ha querido más que aceptar el medio centenar de fallecidos.
  • La opacidad del gobierno no permite saber qué es verdad y qué no, pero basta caminar por las calles y hablar con su gente para saber que 50 son muy pocos. En las playas de pie de la cuesta salieron al menos una docena de cuerpos durante los primeros días, y al ver que nadie los recogía, los vecinos tuvieron que organizarse y hacerlo entre ellos para evitar la peste y las infecciones. Los recogían en carretillas o se los llevaban en taxi al SEMEFO.
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  • En la marina, los trabajadores afirman que, al menos, un centenar de personas perdieron la vida junto a sus embarcaciones, o por cuidarlas. La historia de toda una familia de 4 integrantes que pereció en la embarcación que cuidaba es muy conocida. De muchos no se sabe nada, pero un agente de la fiscalía de Acapulco que buscaba cadáveres en la costa, nos confirmó que ellos tenían conocimiento de al menos 400 desaparecidos. ¿Por qué el afán del Gobierno de minimizar la tragedia y esconder las cifras?
  • Incluso, las funerarias de Acapulco reportaron saturación y uno de ellos mencionó que habían recibido por lo menos 350 personas fallecidas a causa del Huracán Otis.
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  • En las zonas montañosas, donde nadie va. Los pobladores afirman que familias enteras desaparecieron enterradas y ya ni siquiera hicieron por buscarlas, pues resultaba prácticamente imposible. Existe varias fotografías muy crudas que demuestran el mortal paso del Huracán, pero no podemos ponerlas por respeto.
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  • El Huracán dejó destrucción en vías de comunicación, aeropuertos y hospitales, también dejó sin energía eléctrica a más de un millón de personas por casi 3 semanas, pero además, el Huracán humano de los saqueos dejó las tiendas vacías y desabasto por miedo a más saqueos. Todo esto sumado ocasionó una crisis humanitaria sin precedentes.

LA CAÍDA DE LA SOCIEDAD.

  • El Huracán reveló que, como ciudadanos mexicanos, hemos fallado. Es verdad que la mayoría de los Acapulqueños (y mexicanos en general) son gente de bien, trabajadora y honrada, pero existe un 2% de gente muy perversa y activa que somete al otro 98% de la población. Esto nos dice, que ese 98% de la gente es sumisa, se conforma y acepta que le roben, que lo saqueen (tanto el gobierno como los demás pobladores), que les quiten, que los humillen, que los defrauden y hasta que los maten. Algunos se inconforman o tratan de defenderse, pero son los menos.
  • Eso quiere decir que, hacen más daño 985 mil ciudadanos apáticos y sumisos, que lo aguantan todo, que 15 mil malandros que actúan como animales y hacen lo que se les antoja cobijados por el gobierno más corrupto de nuestra historia.
  • Ahora, los empleados están acostumbrándose a que les den, a que les regalen, pero ya no es la gente más pobre sin trabajo, ahora la gente trabajadora, la que tiene su sueldo diario, semanal o mensual de entre 7 mil a 10 mil pesos, está prefiriendo dejar de laborar para recibir el dinero que les regala el gobierno sin trabajar. Es evidente que esa es la estrategia de control del gobierno populista de la 4T, y está resultando.
  • Por otro lado, en Acapulco está ocurriendo que, las obras de gobierno, varias controladas por la SEDENA, pagan sueldos altísimos a los trabajadores por hacer muy poco. Hasta $750 pesos diarios solo por limpiar las calles unas horas, $4,500 o $5,000 pesos a la semana a un ayudante de albañil por 5 o 6 días de trabajo (cuando lo normal son $3,000 o 3,500), hasta $2,500 pesos por hora por un tractor (cuando lo normal son $750 a $800 la hora). Todo esto ha encarecido como nunca la mano de obra y ha imposibilitado que muchas empresas dedicadas al turismo puedan reconstruir sus casas, comercios y hoteles. Sencillamente la gente ya no quiere trabajar o espera que se le pague lo que paga el gobierno, si no, prefieren mejor quedarse sin hacer nada y esperan sus dádivas gubernamentales. Una pesadilla económica.
  • La inconmensurable corrupción del gobierno está provocando que desde la sociedad todo se perciba como una oportunidad de robar, de sacar provecho o de beneficiarse de algo que no les corresponde. He visto a empleados, que consideraba honestos, esforzarse por conseguir documentos apócrifos para poder ir a recibir los apoyos del gobierno a pesar de no ser damnificados ni requerirlo en forma alguna. Pero he visto a personas de buena posición (patrones) hacer lo mismo. Todos enloquecidos por obtener algo o beneficiarse de alguna manera.
  • He visto a los comerciantes cobrarte una pieza de PVC que decía $35 en $90, solo porque saben que lo necesitas. Del mismo modo, observé empleados comenzar a acumular despensas para revender los productos a precios estratosféricos a personas con necesidad.
  • También supe que algunas personas (empleados hoteleros) comenzaron a comprar equipos robados baratísimos, y se los llevaban a sus pueblos, para ellos o para revenderlos, y se jactaban de haberlos conseguido baratísimos y se reían aceptando que eran producto de los saqueos.
  • Los comerciantes de vidrio y aluminio (entre otros) duplicaron sus costos a pesar de que conocían las carencias y la necesidad de su propia comunidad. El vidrio y otros materiales comenzaron a llegar mejor de CDMX, Puebla, Cuernavaca y otros lugares.
  • Vi a patrones dejar de proveer alimentos a sus empleados porque los acostumbraron a que fueran a pedir comida a las asociaciones civiles (y posteriormente el gobierno que ofrecían comidas y comedores comunitarios).
  • El cerco mediático del gobierno fue tan exitoso respecto a la tragedia de Otis, que me tocó presenciar que, a pesar de las miles de imágenes en redes sobre la devastación, la gente no creía que fuera cierto y pedía su viaje a Acapulco para mediados de Noviembre. El diálogo era como este: – Lo siento Señor, el hotel no está recibiendo gente aún para esa fecha- Les decía el agente de viajes. ¿Y para la siguiente semana? -Tampoco Señor, recuerde que Acapulco está destruido ¿o no sabía? Si, algo escuché, pero no creí que fuera tan grave.
  • Me tocó también ser testigo de clientes que exigieron su reembolso de pagos de hospedaje a los dos días de la tragedia, sin siquiera preguntar o preocuparse de si el lugar (completamente destruido) había sufrido daños o muertes, pero lo peor es que, a pesar de mencionarles sobre la precariedad de la situación seguían llamando varias veces al día preocupados por recuperar su dinero, completamente insensibles a la situación que se vivía.
  • También me tocó experimentar que algunos clientes (y hasta familiares cercanos), me presionaron para comprobar con videos que entregamos las ayudas que nos llevaron, pues desconfiaban que realmente las hubiéramos hecho llegar a su destino, eso incluso a pesar de la relación de trabajo de más de dos décadas y del parentesco.
  • Pero algo de lo más ruin que he atestiguado, fue el uso electoral sin precedente del Gobierno de morena otorgando la supuesta ayuda en propia mano (a quien fuera) de una manera tan vulgar, desorganizada y corrupta, que me recordó más a esos videos de cuando los narcos llevan regalos a los pueblos para ganarse su confianza o a saqueos de tráileres accidentados que a otra cosa. Lo peor de todo, es que la gente acude sin pensar, como energúmenos desesperados corren a llevarse todo aquello que no necesitan, porque la mayoría trabaja, pero es gratis.
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En síntesis, lo observado en las últimas 7 semanas en Acapulco, me ha abierto los ojos a una realidad tan aterradora como incontrovertible: México ha decaído cultural y educativamente, pero, sobre todo, ha disminuido dramáticamente su nivel de civilidad y empatía. Esto no puede notarse fácilmente, se requiere que haya un evento que nos ponga a prueba, y gracias a Otis se demostró que, en primer lugar, nuestro gobierno es indolente, corrupto, perverso e ineficiente. Segundo, que gran parte de nuestra sociedad está en franca decadencia y se precipita vertiginosamente a la abyección, lo que la hace presa fácil de un régimen populista que se alimenta de ese amplio sector de la población que prefiere robar u obtener el sustento sin trabajar. Tercero, que nuestras instituciones están desmanteladas y que todo aquello de lo que antes nos jactábamos, como el heroico ejército que nos salvaba en las tragedias, ya no existe.

Otis desnudó a nuestra sociedad al mostrarnos lo bajo que pueden llegar unos pocos, y lo poco que hacen los muchos ante la adversidad y la injusticia. Por ello, no es de extrañar que tengamos el gobierno pasivo, ladrón y miserable como el que tristemente tenemos y del cual nos quejamos amargamente. Como se temía, ellos, los de arriba, no son más que el nítido reflejo de lo que somos como pueblo.

En cuanto a lo poco positivo que se puede rescatar de todo esto, debemos hacer mención especial a la CFE, que prácticamente reconstruyó toda la infraestructura eléctrica de Acapulco y sus alrededores en 40 días y, desde luego, nos queda un diminuto sector de la sociedad civil, el más culto y de razonable poder adquisitivo (clase media y media alta), el cual parece haber sustituido las labores del gobierno y ahora no solo genera fuentes de trabajo, paga impuestos se informa y participa activamente en redes sociales, sino que se organiza y ejecuta acciones de apoyo a la ciudadanía a pesar de los impedimentos y hasta utiliza recursos propios para comprar lo necesario y trasladarlo a donde haga falta. No obstante, esta ciudadanía representa un pequeñísimo porcentaje de la población y no es justo que cargue con toda esa responsabilidad.

Acapulco cayó, pero se va a levantar, tardará algunos años, pero lo hará. Lo que me preocupa, es que no veo ya cómo podamos lograr revertir, en el corto o mediano plazo, el profundo deterioro social que ya es palpable y que Otis nos lo hizo ver de golpe como un aviso de lo que realmente somos y lo que podemos llegar a ser. El panorama es desolador. El encono y la polarización nos están destruyendo, pero lo más grave, es que, el Gobierno de López Obrador, está logrando destruir nuestra esencia de “pueblo bueno”, honesto, trabajador y solidario, que era nuestro mayor orgullo y una de nuestras más reconocidas características ante el mundo.

15 de Diciembre de 2023 | Por Octavio Castro para Acción Civil Mexicana

Foto portada: Bernardino Hernández | Curto Oscuro

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