La Realidad de Acapulco

Un relato de la tragedia y crisis humanitaria

El pasado martes 24 y madrugada del miércoles 25 de octubre, el HURACÁN OTIS impactó Acapulco y colindancias con la fuerza devastadora de CATEGORÍA 5 (Escala Saffir-Simpson) con vientos de hasta 300km/hora. El ciclón ocasionó la devastación casi total de toda la zona hotelera de Acapulco tradicional, Diamante y Pie de la Cuesta, además de las zonas populares de los alrededores.

Ante esto, un habitante de la zona de Pie de la Cuesta, nos no ofrece el siguiente testimonio sobre lo ocurrido.

“Sí sabíamos que habría Huracán, pero como suceden a cada rato, no le di mayor importancia, hasta que el mero martes en la noche una hermana de mi esposa le preguntó que dónde estábamos… le dijimos aquí en casa, ¡Sálganse porque va un Huracán fuerte! Y nos envió una imagen de satélite del ciclón por WhatsApp. – ¡Sí, mejor vámonos! – Le dije a mi mujer porque ya estaba lloviendo y nos fuimos con unos familiares a Mozimba, en la montaña antes de llegar a Acapulco. Ahí pensamos que estaríamos más seguros que en la costa. Pero a media noche comenzó el “airazo” y de plano tuvimos que guarecernos todos en un cuartito mientras escuchábamos todo romperse, vidrios, láminas, los postes se caían, los árboles y escuchábamos por todos lados gritos de auxilio. La verdad es que no se podía ni salir, temíamos lo peor. El horror duró horas… en la madrugada ya comenzó a bajar y cuando amaneció había parado por completo. Al salir vimos que toda la casa de mi tío quedó destruida, ni un vidrio sobrevivió sin romperse, y los muebles que quedaron estaban patas pa arriba. Afuera, era un desastre, todo estaba caído y pocos árboles tenían aún hojas. Preocupado le dije a mi esposa, vamos a ver la casa, y nos fuimos. El camino fue muy difícil, había deslaves y postes caídos por todos lados. Solo veíamos gente caminando en las calles como zombies entre la destrucción de sus casas. Eran los mismos pobladores los que estaban tratando de quitar árboles caídos para abrir paso. Varias horas tardamos en llegar, y cuando nos acercamos a la zona a San Isidro, de plano no reconocíamos donde era la colonia donde vivíamos, y no sabía por donde entrar. Cuando pude orientarme traté de entrar, pero no se podía avanzar mucho y los vecinos al vernos me lanzaban unos ojotes… ¿Qué pasó? Les preguntaba, pero no me decía nada, entonces, un conocido de plano me dijo mejor ya no sigas… Eso me hizo pensar lo peor así que le dije a mi esposa que se preparara, para verla destruida… pero no estaba destruida, había desaparecido por completo, se la llevó el río…  – llora al platicarlo, luego continúa -. ¡Ya vámonos! Le dije a mi esposa que estaba desconsolada… Y nos regresamos con mi tío. Lo perdimos todo, no quedó nada.
De regreso, vimos que habían comenzado los saqueos. El Bodega Aurrerá lo dejaron limpio, en el Elektra se robaron hasta las motos… y también hicieron eso en el Chedraui de Pie de la Cuesta y el otro Bodega, pero de plano a esos hasta les prendieron fuego ¿Para qué, señor? Al día siguiente ya de plano no había tienda, farmacia u Oxxo que no estuvieran saqueados, hasta mi proveedor de aluminio me dijo que saquearon su local… ¿Para qué quieren aluminio ahorita? ¿Se lo van a comer? La luz se fue en todos lados, pero en la zona de Pie de la Cuesta nos dijeron que tardaría de 4 a 6 semanas en reestablecerse el suministro eléctrico. En las noches comenzamos a escuchar balazos de los vecinos que se defendían de quienes se metían a robar a las casas. Los vecinos de la zona tuvieron que comenzar a organizarse para defenderse de la rapiña. Colocaban autos atravesando la calle y no dejaban entrar a nadie desconocido. ¿Sabe cómo estábamos? Como en la serie esa de TheWalkinDead ¡Así igualito! O hasta más horrible.
Todavía al tercer día se podían ver muertos en la calle… en las barrancas, en la playa. Nadie los recogía. No hay ley, no hay autoridad, no hay ayuda no hay nada. Sí llegó el ejército, pero no hacen nada, ellos están en lo suyo que es como levantar escombro o cosas así. Al cuarto día de plano vimos que la situación empeoraba en lugar de mejorar, ya no había comida, ni agua, ni gasolina, ni nada… por eso decidimos irnos de ahí, pero como no teníamos cómo le pedí a mi familia que nos ayudara. Lamentablemente, justo a la entrada de acapulco, por donde venden cocos antes de Renacimiento, los trataron de asaltar, pero como mi hermano venía armado, se pudo liberar. Tuvo suerte, porque también los militares andan haciendo retenes para quitarte todo lo que traes. ¡Un caos! Ellos venían en una camioneta bien cargada de víveres para la familia y nos trajeron gasolina que aquí es oro. Por eso, le pusimos gas a mi carrito que quedó todo chueco porque le cayó un árbol, y nos pudimos salir de ahí, pero eso sí, tardamos como cuatro horas en poder llegar a la caseta. Por eso, mejor señor, yo le recomiendo que no venga porque no hay nada que garantice su seguridad… Solo si tiene suerte podrá pasar, y si lo logra, solo de entrada por salida, no se vaya a quedar, la cosa está muy mal y va a empeorar porque el hambre ya está haciendo que la gente se vuelva loca y ya te “sueltan un tiro” por un garrafón de agua o gasolina. Nosotros no vamos a regresar hasta que haya luz y servicios, porque esto es una jungla, pero estamos decididos a levantarnos de nuevo, y si nos dan trabajo, que es lo único que pedimos, saldremos adelante una vez más”.  

Esta narración la recibí directamente de un conocido de Acapulco el día 29 de octubre, justo cuando pudo llegar a CDMX junto con toda su familia.

La situación de Acapulco es mucho más grave de lo que nos quieren mostrar, y se pondrá aún peor, ya que la estulticia del habitante de Palacio Nacional lo llevó a impedir la ayuda ciudadana para atender la crisis, obligando a las organizaciones sociales a entregar todo a la SEDENA para que fueran éstos quienes la repartieran. Más allá del miserable e inhumano cálculo político electoral que hace Obrador de la tragedia. Está la lógica que impera sobre el discurso y que se llama: realidad. La tragedia de Acapulco es inconmensurable y el ni el ejército ni la marina podrían jamás encargarse solos de la situación. Se requiere que toda la sociedad, solidaria como siempre, se una para hacer frente a esta tragedia. Lamentablemente, la polarización política ha llegado a tal nivel, que ahora se está pidiendo NO DONAR, NO AYUDAR, como castigo a los Acapulqueños por votar por “morena” de manera local, municipal, estatal y federal. Esto es ruin y mezquino, porque hay mucha gente buena sufriendo, independientemente de que su ignorancia los haya hecho votar por corruptos e incapaces. Sin embargo, las acciones autoritarias de AMLO han puesto a la sociedad de Acapulco contra la pared, y lo más alarmante, es que abrió la puerta a que sea el crimen organizado quien aproveche esta situación de ingobernabilidad para terminar de implantar su dominio absoluto por sobre lo que alguna vez fue, la perla del pacífico.

30 de Octubre de 2023| Por Octavio Castro para Acción Civil Mexicana

Fotos y portada: Compartidas por Facebook. Créditos a quien correspondan.

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