El mejor presidente de México

Llegó al poder por aclamación popular. Nunca antes un político había recibido semejante muestra de apoyo de la sociedad civil y eso lo impulsó a alcanzar la tan anhelada “silla”. 31 millones de mexicanos votaron por la esperanza que representaba y que él mismo fomentó durante 12 años de campaña. Algunos, los más cínicos, los empresarios anquilosados en el viejo “establishment”, comunicadores, intelectuales y políticos acostumbrados a manipular y ser el poder detrás del poder estaban algo más que nerviosos por lo que sería capaz de hacer aquel hombre de discurso populista que arrasaba con su apariencia de hombre bueno e incorruptible. Las dudas eran legítimas, su paso como Jefe de Gobierno de la Ciudad de México había sido errática, ineficiente y llena de opacidad.

Pero nadie estaba preparado para lo que realmente ocurrió.

A pesar del discurso beligerante que manejó siempre, al iniciar su periodo, lo primero que hizo fue dar certidumbre económica y política con acciones concretas. Desechó la idea de irse a vivir a Palacio Nacional aludiendo a que, aquel recinto histórico, era de todos los mexicanos y no de un solo hombre, por lo que aceptó instalarse en la residencia oficial de los Pinos, no sin antes devolver al parque de Chapultepec la mayor parte de ese extraordinario terreno. Luego, en su primer acto oficial en aquella casona, se reunió con los empresarios más poderosos del país y los instó a conducirse con patriotismo, a liquidar sus deudas con el fisco y a cambio, él les daría más negocio que nunca si se comprometían a invertir y generar empleos de manera histórica. Todos estuvieron de acuerdo, sobre todo al ver los sendos expedientes apilados a un lado de la mesa y que daban cuenta de sus muchas tropelías, pero que ni siquiera fueron mencionados durante la reunión.

Días más tarde, sorprendió a propios y extraños al informar que sus famosas “mañaneras” serían transmitidas solo una vez por semana para dar parte de los avances de su administración. Y en la primera de ellas realizó un anuncio que cambió la historia. No cancelaría el Nuevo Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México para no afectar las finanzas nacionales. – “No estamos para caprichos y necedades, lo que nuestro país necesita es un aeropuerto que se convierta en la puerta de entrada a América Latina para todo el mundo”-. Respondió con cierta molestia al ser cuestionado sobre aquella polémica decisión y si no haría la consulta que en algún momento había sugerido en campaña. – “Consulté con los especialistas del INE, y la consulta implicaría millonarios gastos no presupuestados, además, el aeropuerto ya tiene un avance importante y cancelarlo ahora para reconstruir el de Santa Lucía sería absurdo e irresponsable”-. Aquellas afirmaciones fueron muy polémicas entre el círculo más duro de su partido, pero toda suspicacia desapareció cuando tiempo después anunció que se habían abierto carpetas de investigación en contra dos expresidentes y una veintena de exfuncionarios por sus presuntos actos de corrupción en gobiernos pasados. “No, no se trata de venganzas o revanchismos… hay legítimo interés de la Fiscalía en que rindan cuentas sobre algunos temas delicados que incluyen el presunto enriquecimiento ilícito, mal uso de recursos públicos y colusión con el crimen organizado. Se los dije, vamos a combatir la corrupción desde arriba”. Aquellas palabras dejaron claro que el Presidente no se andaba con pactos de impunidad ni sería “tapadera” de nadie, lo que inmediatamente implicó una desbandada de políticos impresentables y un cambio de actitud de los actuales, quienes de inmediato recularon en sus planes de obtener “beneficios adicionales” de su puesto.

El tiempo pasó y las acciones contundentes en materia de seguridad que había prometido comenzaron a dar frutos. Aunque en un principio había planteado una política de “abrazos y no balazos”, los datos revelaron una violencia incontenible, por lo que, a sugerencia de la SSP, la SEDENA y  MARINA, decidió cambiar drásticamente la estrategia. Así, apoyándose en labores de inteligencia de la mano de la DEA, FBI, CIA y las agencias mexicanas como la UIF, comenzaron a desarticular a los cárteles de la droga desde las cabezas. Atacaron directamente los recursos de los criminales incautando propiedades, empresas y cuentas bancarias, cuando se comprobaba el delito, devolvían los recursos al SAT. También hubo capturas importantes, extradiciones e, inevitablemente, varias bajas de los criminales más buscados. Pero la más importante de todas las acciones, fue el establecimiento de una nueva Ley que implicaba la pérdida de sus derechos humanos y ciudadanos a quienes cometieran actos de barbarie contra la población Civil. Previamente ordenó un proceso de limpia y capacitación de las policías, tanto federales, municipales y locales, lo que incluía duros exámenes de control de confianza, así mismo, se remodelaron y crearon centros de detención de alta seguridad y las cárceles pronto comenzaron a vaciarse de delitos no graves para llenarse de criminales de alta peligrosidad. Varios policías, jueces, alcaldes y hasta gobernadores fueron detenidos al comprobarse sus vínculos con el narco. -“La corrupción e impunidad no será tolerada” – Afirmaba. En poco más de un año, la violencia comenzó a bajar dramáticamente. En dos, la Policía Federal era una de las más confiables y capaces del mundo, lo que permitió al presidente cumplir su promesa de devolver a sus cuarteles paulatinamente a las fuerzas armadas, quienes seguían apoyando con capacitación y logística.

El respeto irrestricto a la autonomía de órganos como el BANCO DE MEXICO, el INAI, el IFE y la SCJN, etc., fue total. Sin embargo, muchas instituciones del gobierno fueron depuradas. Cuando se confirmaba la corrupción en alguna de ellas, se procedía inmediatamente a la denuncia y se fincaban responsabilidades. Como en el caso de la compra de medicinas, se detectó que algunos funcionarios lucraban con ello y fueron encarcelados. La limpia interna y nuevos convenios con empresas farmacéuticas permitió que la compra consolidada de medicamentos lograra reducciones significativas en el coste de las mismas y evitó el desabasto de aquellos importantes insumos, lo cual, más tarde, sería uno de los aciertos más importantes de su sexenio.  

Las elecciones intermedias llegaron y era tal aprobación del presidente y su partido, que él mismo sugirió una reforma de Ley que impidiera la sobre-representación a toda costa. -“Es poco democrático que un solo partido tenga una mayoría absoluta en el congreso, eso no va con nosotros, así se hacía antes, en el priato, y eso está mal”. Afirmó en una mañanera. Los “partidos de oposición”, tenían muy pocos argumentos para denostar o increpar al presidente, por lo que decidieron dejar sus ambiciones y fobias y trabajar de la mano del mandatario en la construcción de leyes que facilitaran la administración pública, conscientes de que el camino trazado era el correcto.

Proyectos como la refinería de “Dos Bocas”, fueron desechados por inviables tras haber sido valorados muy por arriba del presupuesto. En vez de ellos, se planteó la creación de MegaFabricas de baterías de litio apoyados por empresas extranjeras, así como otros desarrollos de energías limpias en todo el país que además reducirían la contaminación. La construcción del Tren Maya fue replanteada y se sometió a consideración de expertos y activistas ambientales, quienes tras más de un año de deliberaciones estuvieron de acuerdo en que se construyera de una manera que afectara lo menos posible la flora y la fauna de la región.

La Salud, Educación, Ciencia y Tecnología recibieron presupuestos históricos desde el segundo año de la mano de una recaudación de impuestos histórica que permitió redistribuir la inversión en áreas antes desatendidas como las artes y los deportes.

Pero su momento más alto llegaría cuando una pandemia de COVID azotó el planeta en su tercer año. El presidente de México, informado previamente por expertos, anticipó una tragedia y, en un histórico discurso en cadena nacional, pidió a toda la población apoyar con el uso obligatorio de cubrebocas en público y decretó el aislamiento obligatorio para que esa amenaza no cobrara vidas inocentes. La cuarentena se estableció primero en 20 días y, mientras tanto, aceleró el proceso de construcción de clínicas para atención de enfermos siguiendo el ejemplo de China. Las medidas fueron poco populares, se consideraron exageradas y generaron gran descontento en la población, pues la cuarentena se extendió 10 días más, incluso hubo voces que acusaban autoritarismo, sin embargo, el Estado mexicano se mantuvo firme y solidario, brindó equipo médico de primera necesidad a los más necesitados y apoyó con recursos a las PyMES, además suspendió el pago de impuestos a las grandes empresas siempre y cuando conservaran a todo su personal. Se prohibió el incremento de precios de la canasta básica durante la crisis y el suministro de alimentos quedó a cargo del ejército, lo mismo que la logística de entrega de los mismos, lo cual garantizó el abasto a las familias, quienes podían acudir una vez a la semana a su tienda más cercana para obtenerlos. Al cabo de dos meses difíciles, las medidas se fueron flexibilizando y fue evidente que habían sido acertadas, pues México era de los países con menos índice de mortalidad por el virus. El aislamiento, el uso obligatorio de cubrebocas, la compra anticipada de medicinas y la posterior vacunación universal, comenzando por las personas más vulnerables fueron determinantes para que nuestro país volviera a la normalidad mientras en otros países continuaban las muertes por cientos de miles.

Hasta los más escépticos y fieros adversarios tuvieron que reconocer que las acciones del gobierno habían logrado mitigar el caos y no solo salvaron de la muerte una cantidad desconocida de mexicanos, sino que la economía no se detuvo y su crecimiento comenzó a acelerarse de la mano de una industria y comercio floreciente derivado del acertado uso del presupuesto de egresos y nuevos tratados comerciales con países como China y la UE.

Cuando actos de corrupción eran descubiertos, el gobierno inmediatamente separaba del cargo al responsable y lo ponía a disposición de la autoridad. Lo mismo aplicó para familiares y amigos, como cuando, tras una investigación periodística, se descubrió que una de las ministras de la Suprema Corte había plagiado su tesis. La ministra, tras una llamada que nunca se confirmó, renunció al día siguiente y el presidente, quien había impulsado su candidatura, se disculpó y se mostró muy apenado, pues ella era esposa de su mejor amigo.

Por si fuera poco, ese sexenio tuvo la menor cantidad de periodistas asesinados de la historia, la libertad de expresión estuvo siempre garantizada y el presidente jamás se refirió a ningún comunicador o medio de manera directa con palabras de reproche. Nuevas y duras leyes, apoyadas por una policía más profesional y eficiente lograron reducir los feminicidios y el número de desaparecidos en más de 70%.

Hacia el final de su mandato, se hizo evidente que era hombre de palabra, un Estadista histórico, pues no solo cumplió su promesa de no reelección (a pesar de las muchas voces que prácticamente se lo exigían por su extraordinario trabajo al frente del ejecutivo), sino que decidió imponer la democracia abierta en su partido y fueron todos los ciudadanos interesados los que decidieron al candidato tras varios debates públicos y televisados. Él jamás demostró simpatía por alguno en particular, pues, tras la salida de la política de su “corcholata” preferida por un fatal accidente en el metro años atrás, pidió no lo involucraran en la selección interna de modo alguno.

Los partidos de oposición, sabían que sería casi imposible vencer a cualquiera de los candidatos del partido del presidente, ni siquiera unidos, pues la población exigía la continuidad de un modelo tan exitoso como ese. Por ello, invitaron a la población a seguir pensando en mantener un equilibrio de poder en las cámaras, gubernaturas y municipios del país.

Así pasó, las elecciones transitaron en paz y se reafirmó el triunfo incuestionable del partido del presidente. Los partidos de oposición aceptaron su derrota y agradecieron la confianza de la ciudadanía al otorgarles puestos desde los cuales podrían seguir siendo un contrapeso al poder.

Vinieron tiempos felices para el país, de paz y bienestar, de crecimiento social y económico en los que México logró jugar un papel protagonista en el nuevo escenario internacional como una de las nuevas potencias económicas mundiales, pero nunca se olvidará ese sexenio trascendental en que un hombre común y corriente, decidió vencer la vanidad y el egoísmo para combatir la corrupción y la criminalidad y, de la mano de expertos, tomar las mejores decisiones para la población, lo que lo colocó, indiscutiblemente, como el mejor presidente de la historia de México…

“Cuando despertó, el dinosaurio todavía estaba allí”.

(Augusto Monterroso).

18 de Marzo de 2023 | Por Octavio Castro para Acción Civil Mexicana

3 comentarios en “El mejor presidente de México”

  1. Efectivamente tuvo todo para lograr hacer de México una mejor nación y, decidió no hacerlo, quizá por incompetente, por vanidad, por egoísmo, por avaricia, porque literalmente perdió la razón ó por lo que todos constatamos a diario: todo lo anterior!

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