Perverso: adj. Que obra con mucha maldad y hace daño conscientemente o disfrutando de ello.
Sabemos que la política es cochina y que la corrupción es casi inherente a su profesión debido al ejercicio mismo del poder y la autoridad que les da la administración de recursos casi “ilimitados” del Estado. En todo el mundo se da en mayor o menor medida, es, hasta cierto punto, humano.
Lo que no entendemos, y no debemos aceptar jamás, es la perversidad de esa gente que, una vez encumbrada en puestos de públicos, abusa de su posición ejecutando acciones que, directa o indirectamente, hacen daño o perjudican a la población.
En México hemos padecido malos gobiernos PRIstas, PANistas, PRDistas etc. Sí, algunos peores que otros, es un hecho que todos han robado, que todos han mentido, que la corrupción ha sido sistémica y sistemática en nuestro país desde siempre. Dicho esto, también debemos aceptar que hasta para eso hay niveles. Una cosa es sacar provecho de tu posición para llevarte “una tajada” de algún contrato o permiso, y otra muy distinta es robarte todo el presupuesto, o simplemente quitarlo y no hacer nada o dilapidarlo en tonterías dejando en indefensión a los más vulnerables que dependían de esos recursos para salir adelante o hasta para seguir con vida.
Actualmente estamos viendo un nivel de perversidad como no se había visto en la historia reciente del país. Bajo la bandera y discurso populista de: “primero los pobres”, se ha dado rienda suelta a la destrucción de las instituciones del Estado perjudicando a la población, incrementando el nivel de pobreza, violencia y crisis tanto social como económica.
La perversidad es hacer algo malo y mentir constantemente tratando de ocultarlo o engañar para hacer creer que es bueno. Pero ¿cómo se sabe que algo es malo o bueno? No, no es cuestión de percepción u opiniones, si algo, por acción u omisión, perjudica a la vida, hace daño, causa conflicto, malestar o muerte a un amplio sector de la población… es malo.
Perversidad es defender actos indefendibles, manipular la verdad o de plano negarla. Es rechazar los datos duros sobre la realidad a sabiendas de que existen, solo porque no te conviene aceptarlos. Perversidad es también atacar a quienes piensan diferente o cuestionan lo mal que se están haciendo las cosas. Y por eso, perversidad es no rectificar cuando todo demuestra que se está en un error. Perversidad es prometer paz y luego doblarse a la voluntad del crimen organizado por miedo, por estrategia o ambición, ocasionando la mayor cantidad de crímenes violentos de la historia. Es tener el recurso del uso legítimo de la fuerza y no defender a tu población de quienes extorsionan, roban, violan o asesinan con lujo de violencia. Perversidad es imponer esbirros para forzar la destrucción y sometimiento de instituciones autónomas solo porque limitan tu poder y actuar. Es atacar a los grupos y minorías, cámaras empresariales, asociaciones civiles, estudiantiles, deportistas, periodistas y comunicadores por tener la osadía de expresarse y criticar el desempeño del gobierno. Es prometer libre tránsito y trabajo a centroamericanos y luego enviar al ejército para contenerlos por órdenes de EUA. Perversidad es dejar morir enfermos al quitar recursos a las instituciones de salud por rencor o ineficiencia, es prometer salud como en Dinamarca y cancelar instituciones o dejar a la gente sin medicinas. Perversidad es fingir ser bueno y amante de la naturaleza y mandar destruir la selva a pesar de haber prometido no derribar ni un árbol. Perversidad es cancelar proyectos benéficos para la sociedad y entregar obras prioritarias a tus amigos por adjudicación directa. Es contratar a tus cercanos para puestos de gran importancia y responsabilidad a sabiendas de que no están capacitados para desempeñarlos. Perversidad es siempre culpar al pasado y a otros de tus propios errores y carencias. Es engañar a la gente diciendo que los virus mortales no son peligrosos, como es también haber dejado morir a cientos de miles simplemente por necedad y estulticia. Perversidad es negar la evidente corrupción de tu gente e incluso proteger o liberar delincuentes solo por conveniencia. Es fingir necesidades y carencias para importar soldados de otros países disfrazados de médicos para justificar pagos multimillonarios a dictaduras legendarias, mientras aquí operan esos «esclavos» en beneficio de tus ambiciones autoritarias. Perversidad es firmar acuerdos internacionales y no cumplirlos. Es burlarse, insultar y evidenciar a ciudadanos desde el trono, pero es aún peor ser expuesto en libros, videos y hackeos y simplemente negarlo con una sonrisa. Por eso, perversidad es rodearte, proteger y mantener en sus puestos a los amigos que usan su posición para delinquir, intimidar o hasta encarcelar familiares y enemigos, pero lo es aún más entregar al ejército todo el dinero y el poder del Estado para intimidar a la población y garantizar el control y tu permanencia en el gobierno.
En síntesis, perversidad es haber desaprovechado la oportunidad única en la vida de haber hecho algo bueno por un país que estaba colmado de esperanza, para hacer justo lo contrario.
En México debemos evitar que la perversidad sea una forma de gobierno. Y mientras no se termine de instaurar la dictadura, acabar con toda esta maldad es responsabilidad nuestra como sociedad informada, pero, sobre todo, lo será de esa mayoría de ciudadanos mexicanos que se abstienen de votar y que son apáticos a los asuntos políticos.
La única forma de vencer tanta perversidad es con la virtud, y ésta no es tan difícil lograr, simplemente se trata de hacer lo correcto, de hacer el bien.
7 de Noviembre 2022| Por O. Castro para Acción Civil Mexicana